Mira a esa chica, es feliz, se nota. Mira cómo hace caras feas, y se ríe. Mira la manera en que mueve las manos cuando le habla, a él, a su novio (un chico lindo que se llama Matías, a quien le encantan los defectos de su chica: sus dedos chuecos, su cicatriz sobre la boca, sus lunares en la pera, sus pecas invisibles, su ceja más arriba que la otra, su mancha en la punta de la nariz, sus pies cosquillosos, su cara al despertar, muerta de sueño si es muy temprano). Mírala bien, se nota que es feliz, se nota porque nadie más arruga así la nariz para reírse, y nadie más lo nota. Sólo él, Matías, el de la sonrisa sólo porque ella ríe. Y ella ríe, porque él sonríe. Ella es feliz, se nota. Y si no fuera porque yo soy Beatriz, diría que ya van más de seis meses, mucho más. Pero sí, son seis meses. Seis es un número grande. Ella es feliz. Yo soy ella, Beatriz, es muy feliz.
Te amo, mío.
Tuya,
tu Pequeña Colorinche (Sí, Beatriz)