
Apokalya – Callej?n Oscuro Cap. 01
Era Esther Alfaro, una joven que cursaba el tercer ciclo de la facultad de Ciencias Sociales, y que viv?a junto con su madre en un departamento en el centro de la ciudad, a solo siete manzanas del campus.
Esa ma?ana Esther se estaba alistando aprisa para no llegar tarde a su clase, pon?a todos los libros que estaban a su alcance a su malet?n de color verdoso y con algunos parches superficiales de color amarillo p?lido, en tanto, su madre preparaba en la cocina, un triple diet?tico con queso fresco, tomate, lechuga y pepinillos.
?Ah… llegare tarde ?iba diciendo mientras sal?a disparada de la alcoba hacia la cocina ?no creo llegar hoy… ?continuaba mientras cog?a de la mano de su madre el triple.
?Ve con cuidado ?le advirti? segundos antes de que la puerta se azotara.
Esther y su madre eran casi id?nticas; la misma altura, los mismos rasgos faciales y casi la misma talla de ropa, con la diferencia de que su madre era casta?a y Esther hab?a heredado el negro azabache de su padre, de quien nunca hab?a o?do hablar, mas que para pronunciar algunas similitudes con ella.
Hab?a llegado al campus corriendo, mientras dejaba ondear su malet?n y otros alumnos la observaban desplazarse entre ellos sin la mayor dificultad, paso que apresuro al ver a su profesor, un hombre bajo y calvo con terno marr?n que se dirig?a a la facultad. Se dirigi? hacia la escalera m?s cercana y subi? r?pidamente hasta el cuarto piso.
Llego sin aliento pero con victoria, pues el profesor ingreso minutos despu?s de ella, momento en que ya se encontraba sentada en su carpeta jadeando un poco, jadeo que casi se vuelve cr?nico cuando el profesor advirti? sobre un examen de entrada.
Todo los alumnos protestaron pero fue en vano; ya sonaba el timbre de descanso, cuando se retiro del sal?n para ventilarse un poco.
?Te ocurre algo ?le hab?a dicho su amiga de infancia, Julia ?es el examen sorpresa, verdad… ?lo dec?a mientras se sentaba a su lado ?no creo que halla sido tan dif?cil.
?S?, pero no sabia nada ?respondi? ?tenia la mente en blanco y… es muy seguro que mi madre no lo va entender as? cuando le muestre mis notas, estoy muerta.
?Bueno… ?trataba de decirlo convincente ?yo solo respond? 19.
?Pero si solo eran 20 preguntas ?al instante en que cubr?a su rostro ?respond? 6.
?Eso es muy favorable ?sonre?a para contagiar su animo.
?S?, pero no estoy segura de que est?n correctas.
?Yo tampoco ?acentu? sin ?xito, ya que Esther segu?a hundida en su asiento.
Para cuando ingresaron de nuevo al sal?n, percat?ndose de que se hab?a formado un grupo peque?o alrededor de unas tres carpetas; sin poder observar lo que pasaba, Esther hab?a decidido fundirse en su asiento mientras que Julia se acerca al grupo con temor de que su amiga creyera que la estaba abandonando.
?Qu? es lo que ocurre ?susurro sobre varios hombros.
?Es la alumna nueva, la transferida ?le contesto un compa?ero ?dice que le duele la cabeza, ya le hemos dicho que ser? mejor que vaya a la enfermer?a.
?Julia ?le hab?a dicho su compa?era ?podr?a decirle al profesor que salimos para llevarla a la enfermer?a ?a lo cual asinti? con la cabeza, mientras dos compa?eras la levantaban de su asiento para salir del sal?n.
Esther hizo caso omiso a este hecho, pues ten?a la mente ocupada con el examen. Para cuando son? el timbre de salida, sali? acompa?ada por Julia, que hab?a estado pensativa sobre el dolor de cabeza de la alumna nueva, Karen.
?Qu? crees que halla tenido Karen ?se preguntaba mientras cruzaban el puente peatonal.
?No lo s? ?respondi? sin dar mucha importancia al tema.
?No es la primera vez que se tiene que retirar por dolor de cabeza ?prosigui?.
?Quiz?s ?respondi? de nuevo sin inter?s.
?Bueno, recuerda que para ma?ana tenemos practica ?le advirti?.
Acentu? la cabeza mientras Julia asomaba su rostro al de ella, para despedirse con un ligero beso en la mejilla y desaparecer en una esquina, cuando Esther se hallo con una nueva tienda de ropa, que todav?a no hab?a inaugurado.
La calle se hallaba desierta, pues se hab?an quedado a estudiar en la biblioteca despu?s de clases, por lo que le fue f?cil escuchar el grito ahogado de su amiga Julia.
Por lo que corri? a su auxilio, al tiempo en que se deten?a pues hab?a vuelto la calma, que duro minutos ya que sus gritos se hab?an vuelto m?s acentuados, lo que la hizo correr hacia un callej?n oscuro sacando de su malet?n un peque?o bat, conque pensaba golpear al libidinoso, ratero, loco o como fuese que se hab?a cruzado con su amiga.
La calle estaba desierta y en verdad los vecinos al o?r los gritos prefirieron cerrar sus ventanas para ojear detr?s de las cortinas, aunque de ese lado no se ve?a nada, mas que una calle vac?a. Solo un perro gru??a del otro lado de la cera de forma cobarde.
Cuando Esther se hallo en un estrecho, alumbrado escasamente por una farola distante a su amiga, que se encontraba tendida en el suelo y con un hilo grueso de sangre que emana de sus labios, o eso crey? por falta de luz.
Sobre su amiga yac?a una sombra casi humana, a la cual Esther estaba pensando en lanzarse pues solo era uno y aun m?s cuando lo hallo distra?do, desgarrando con los dientes filudos el abdomen de su amiga que se hallaba ya muerta.
Se hallaba sentado sobre sus piernas, con las manos sosteniendo las costillas para poder ingerir el interior de esta, su cabeza se perd?a en el abdomen y su nariz filuda y fina, se hallaba rebosante de sangre, sus dientes puntiagudos y filudos desgarraba lo que parec?a ser parte de sus v?sceras, hasta que se detuvo al notar que ten?a compa??a.
La escena petrifica a Esther; pod?a observar como aquel ser la observaba desde esa capucha oscura, como se le escurr?an de entre sus dientes pedazos de lo que alguna vez perteneci? al cuerpo de Julia, las gotas de sangre que se resbalaba de su ment?n. Pudo observar que de su capucha sobresal?an mechones cortos de cabellos rojos.
El extra?o ser se alzo sobre el cuerpo inerte para observar mejor a Esther, que daba pasos peque?os hacia atr?s mientras se cubr?a la boca para no gritar, algo que no sirvi? cuando se quiso abalanzar sobre ella. Esther sali? corriendo sin poder gritar, la garganta se le hab?a cerrado y sus pies se volv?an demasiado flexibles.
Sali? a la calle pudiendo observarla desierta, se detuvo al momento en que un taxi fren? bruscamente en el lapso en que roz? con el, haci?ndola tambalear en el aire y luego dejarse caer sobre la acera.
Las luces de la sala de emergencia la cegaron por segundos, estaba recostada sobre una cama de una plaza con sabanas delgadas; la sala era larga y llena de cama delgadas y separadas por cortinas a los costados, mientras las enfermeras se movilizaban con rapidez hacia un reci?n llegado.
Desde su cama Esther, pod?a escuchar gritos, gemidos y algunos llantos desesperados, en el instante en que una camilla se detuvo al frente, donde dos guardias ayudaban a las enfermeras a colocar sobre la cama a un hombre que ten?a las piernas desgarradas, y el tobillo derecho colgando de los nervios. Lo que le provoco arcadas, algo que intento contener tap?ndose la boca y fijando su mirada hacia sus piernas.
?Veo que se encuentra bien ?la examino visualmente una enfermera ?ya puede retirarse.
Esther la vio dirigirse hacia la cama del costado al tanto abr?a la cortina, donde yac?a recostada una mujer que manten?a las piernas abiertas y, entre sus piernas un perro alem?n que se hallaba pegado a su due?a (pues eso supuso) por el aparato sexual.
Aturdida y llena de miedo llego al hotel, el ascensor estaba vac?o, lo que le dio tiempo de llorar, mientras vislumbraba su imagen en el espejo de este, se agacho hasta el piso y cubriendo su rostro sollozo. Cuando el ascensor se abri? solo pudo observar el estrecho pasillo repleto de puertas de color caoba con los n?meros dibujados, los muros eran amarillo p?lido y el cielo raso blanco como el piso.
Aunque el entorno era c?lido e iluminado, las luces no serv?an, solo una que se hallaba al final y que no lograba iluminar mas all? del tercio del pasaje, camino hacia la tercera puerta de la izquierda y girando la perilla se introdujo dentro del departamento.
?Estas son horas de regresar ?le hab?a reprochado su madre cuando la vio entrar.
?Lo siento ?respondi? ?me entretuve con Julia, no volver? a pasar.
?Te sientes bien ?le pregunto al verla pasar de largo hacia su alcoba.
El departamento era chico con solo tres puertas; dos dormitorios y el ba?o, sin contar el espacio libre que albergaba el kitchen, la sala y el comedor. Esther hab?a ingresado a la puerta de la izquierda dejando a su madre absorta y confundida.
Al otro d?a se dirigi? algo turbia al colegio, hab?a salido de casa media hora mas de lo habitual, sorprendiendo a algunos compa?eros que ya esperaban verla entrar a zancadas, se hundi? en su asiento reviviendo lo ocurrido aquella noche y con la extra?a sensaci?n de no poder hablar, por temor o por que podr?a que nadie le creyera.
?Oye, escuchaste que ya va una semana que Rita ?acentu? ?del quinto ciclo no aparece.
?Si, su familia ya han publicado su foto en gente desaparecida ?agrego.
Conversaci?n a la que Esther quer?a participar, pero la entrada de la profesora interrumpi? con la noticia de que har?a un examen lector, algo que desconcert? a m?s de la mitad de la clase, que respondieron hastiados de tantos ex?menes en la semana.
El examen se desarrollo sin molestia alguna, para cuando una