Cuando llega a las primeras casas, alguien empieza a gritar que ha vuelto el sheriff. La gente sale a la calle. Él sigue al paso, sin mirar a nadie. Con una mano sobre las riendas, con la otra empuña una pistola. La gente no se atreve a acercarse, parece un muerto a caballo, o un loco. El sheriff Wister cruza la ciudad, y coge la senda hacia el rancho de los Clark. La gente va tras él, a pie. Casi no se atreven ni a hablar. Wister llega al rancho. Baja del caballo. Ata las riendas a la empalizada. Va hacia la casa, caminando como un borracho. Alguien se acerca para ayudarlo. Él le apunta con la pistola. No dice nada, sigue caminando y llega a la casa. Delante de la casa está el padre de Pitt. Eugene Clark. Rostro envejecido por el viento, pelo gris. El sheriff Wister se detiene a tres pasos. Continúa empuñando una pistola en la mano derecha. Levanta la mirada hacia Eugene Clark. Luego dice: Lo siento, no dejaba de gritar, no quería parar. Siempre se había portado bien conmigo. Nunca había hecho eso. Era un buen chico. Eugene Clarck da un paso hacia él. Wister le apunta con la pistola. Eugene Clark se detiene. El sheriff Wister levanta el cañón de su Colt 45. Dice: No le enterré vivo, se lo juro. Ya no respiraba, tenía los ojos en blanco, y ya no respiraba. Luego apoya la pistola bajo la barbilla y dispara. Manchas de sangre en la cara y en el traje de Eugene Clark. La gente acude, todos gritan, los niños quieren mirar, los viejos sacuden la cabeza, el viento no cesa de levantar polvo alrededor. Todos tardan un poco en darse cuenta de la presencia de Bear. Va a caballo, está quieto junto a la empalizada del rancho. Ya no tiene ojos, han desaparecido entre sus pómulos de indio. Respira con la boca abierta, entre los labios secos por el polvo y la tierra. La gente enmudece. Taconea ligeramente los ijares del caballo. Tira de las riendas hacia la izquierda y se marcha. Hay un niño que va tras él. Bear, le grita, Bear. El sheriff se ha pegado un tiro, Bear. No se vuelve, sigue al paso, en dirección al río. Bear, eh, Bear, ¿adónde vas?
Bear no se vuelve.
A dormir, dice en voz baja.
Música.
(City, Alessandro Baricco)
En portada Carolina Paz
Carolina Paz, una joven esposa y madre, está casada con Ronald Montaño y tiene una hija llamada Camila. A sus 21 años ha tenido muchos logros, pues fue reina de belleza y aún se da tiempo para continuar con el modelaje.
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